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Un día con Guccini

Si es que ya no queda moral, Condesa

Si es que ya no queda moral, Condesa

Érase una vez en una ciudad llamada Roma una familia de ricos de toda la vida, a la que, fíjate qué cosas pasan, pues les salió un hijo rojo. Encima, por si esto fuera poco, ¡ va y se les hace cantautor ! Lo primero, quizás pase... Lo segundo ya es la gota que colma el vaso. Ni siquiera el grandísimo Fabrizio de Andrè logró jamás que muchísimos le perdonaran esto último. Sobre todo, la madre de su segunda compañera sentimental: mira que ir a unirse su hija a un hombre casado ( probablemente el hecho de que no existiera en aquel entonces en Italia la posibilidad de divorciarse tuviera mucho que ver) ¡ y encima músico !

Será por un cierto elitismo a la inversa, tiradme la primera piedra quien querais si soy culpable de ello, pero siempre me han ofrecido muchas dudas los ricos que son más rojos que nadie. El caso es que Pietro escribió en 1966 una canción que habría de convertirse en uno de los símbolos del 68 italiano y que aún hoy es el canto de los más radicales, o el de los espíritus más templados, en ese sentido, como más bien soy yo, cuando nos sienta mal el haber olido algún corcho :-)

Algunos párrafos no me gustan, al menos sin oler corchos antes, pero voy a traducir otros.

Condesa, de Pietro Pietrangeli

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Menuda historia, Condesa, en la fábrica de Aldo....

Han montado una huelga esos cuatro ignorantes,

querían, fíjese usted, que les subieran los salarios,

gritaban, imagínese, que estaban siendo explotados.

Y cuando ha llegado la policía

esos cuatro zarrapastrosos se han puesto a gritar aún más fuerte,

han llenado de sangre el patio y las puertas,

quién sabe cuánto tiempo llevará limpiarlas.

¿ Sabe, querida mía, lo que me ha dicho un querido pariente de la ocupación?

Que esa gentuza encerrada allí dentro, el amor libre practicaba

Por otra parte, querida mía, ¿ de qué se sorprende ?

¡ si hasta el obrero quiere que su hijo sea médico !

Imagínese dónde vamos a ir a parar....

¡ Si es que ya no queda moral, Condesa !

 

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